SE FUE OTRO GRANDE

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El sábado 28 de septiembre 2024, partió otro ciudadano grande, en un viaje inolvidable para nosotros, pero sin retorno para él. Con rumbo hacia las estrellas, don Manuel Guzmán Soza a los 83 años, después de padecer una larga enfermedad, viaja hoy en el necesario éxodo que no podemos evitar.

Otros desatacados colchagüinos lo precedieron, como:  Darío Romero, Hernán Rubio, Jorge Valdivia, Víctor Escobar, Tato Delgado, Alejandro Oyanguren y también, sus hermanos Carlos y Lorenzo; los ex alcaldes Aquiles Cornejo y Juan Molina, Ernesto Ruiseñor,  Pedro Cumsille, los abogados Nilo  Miranda y Juan Ramírez, las reconocidas damas María Montoya viuda de Polidori, las hermanas Mónica y Magali Cid, la  colaboradora Georgina Arduengo y abundantes nombres que evocarlos sería para no terminar, que hacen de Colchagua una tierra generosa.

Don Manuel Guzmán era un caso especial, seguro será toda una leyenda. De él podría decirse que no lo vio “pasar el tiempo” y que sabía de cordillera. En cada temporada era el primero en subir y el último en bajar, desde la Termas del Flaco.

El mal tiempo no lo amilanaba y si el camino riberano del  Tinguiririca era barrido por sus crecidas, igual llegaba con sus clientes, ya sea en avión o en helicóptero. Si era necesario ir por arriba lo hacía, don Manuel hizo su propio sendero por los faldeos del cerro Las Mulas. 

Desarrolló exitosamente las Termas del Flaco, siendo este polo de desarrollo turístico un gran aporte para la comuna de San Fernando. Primero con la construcción de una reconocida Hostería, luego el nuevo Hotel, dotado de estupendas tinas, pozas con baños de barro a altas temperaturas, poniéndola en el ámbito nacional con valiosos reportajes de diarios, radios y televisión.

Abrió la tenencia de la tierra a muchos abnegados comerciantes locales, que no obstante las inclemencias del clima, levantaron sus residenciales como viviendas de vecinos connotados como Guillermo Zapata, configurando un notable poblado de veraneo, en el valle que se abre en dos brazos al cielo. Soñando siempre con su vecino del frente al otro lado del río, don Gastón Mansilla, en el camino internacional, que en algún momento vinculará el Atlántico con el Pacífico, pasando por San Fernando hasta Pichilemu, en busca del puerto en boga en el siglo XVIII, que exportaba abundante trigo de la provincia de Colchagua.

Sus principales huellas, será lo realizado con temple de hierro, con sudor, audacia y esfuerzo, las que no serán borradas, al igual que las pisadas del dinosaurio permanecerán, siendo seguida por su viuda Gloria Polidori, sus hijos Andrés, Manuel Antonio, Alex, Pablo, Beatriz y sus numerosas pléyades de nietos, que le seguirán haciendo rondas, mientras su hija adoptiva Teté, lo seguirá mimando.

Y tal vez, en el alto de un picacho, se encuentre con el arriero Sergio Catalán   con el que compartirá un mate o un tecito de burro para acortar la tarde mientras relatan historias, que de ellas saben muchas, mientras los rayos del sol se demoran en dejar las cumbres cordilleranas.

Mi homenaje a esta leyenda colchagüina don Manuel Guzmán Soza 

Alvin Saldaña Abarca

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