Por Luis Jara Tamayo
Docente de las carreras del área Administración
IP-CFT Santo Tomás, sede Rancagua
Como dice la expresión coloquial “el dato mata el relato", la cual sugiere que los hechos y las cifras concretas tienen más peso y credibilidad que las narrativas o interpretaciones subjetivas. En los últimos meses hemos conocido algunos datos económicos muy interesantes de analizar en su conjunto: la tasa de variación porcentual del IMACEC de octubre fue de 2,3%; la tasa desestacionalizada es 0,4%, la tasa desestacionalizada de septiembre fue negativa (-0,8%), la tasa de desempleo es un 8,6%, la inflación mensual es de un 0,2%, la tasa acumulada es un 4,2% y la del año 2024 (enero a noviembre) es de un 4,7%, la salida de US$4.068 millones al extranjero de enero a septiembre, representa un crecimiento del 88% con respecto al año 2023 (Fuente: Banco Central).
Todos estos datos auguran un crecimiento económico muy bajo. El Fondo Monetario Internacional indicó que el crecimiento esperado para el año 2025 de nuestro país estará entre el rango del 2% al 2,5 % y un incremento de la deuda pública del estado chileno. Este escenario económico no es muy halagüeño para nuestro país y para la región, la única forma de revertir la situación está en nuestros legisladores y gobernantes que deben fomentar el crecimiento. La pregunta es ¿Cómo lo logramos?
Para eso, nos vamos a la academia, que indica algunas premisas, como la estabilidad económica y política, un marco legal y reglamentario fijo, tener una infraestructura física y digital adecuada, incentivos y políticas favorables, capital humano capacitado, sano y motivado, acceso al financiamiento, promoción internacional y mejorar el clima empresarial.
Con inversión se crean empleos, se mueven los recursos, se genera más demanda por bienes y servicios, y se controla la inflación. También hay que dar mayor seguridad y certezas, se debe disminuir la “burrocracia” en la cantidad de permisos que se solicitan para gestionar una inversión. No escribí mal la palabra, la burocracia es buena para todo proceso, desde la perspectiva del control y trazabilidad, pero los excesos de ésta llevan a disminuir el dinamismo que se requiere para iniciar un negocio.
Impuestos
Me voy a detener en un punto, que cada cierto tiempo vuelve a la contingencia, que es el alza de la tasa impositiva para que el Estado tenga los recursos para gestionar el gasto público presupuestado. Pongámonos en el escenario del dueño de una empresa al cual le dan la noticia de que el impuesto a la renta subirá, o a usted, como persona que consume bienes y servicios de forma diaria, que le digan que el I.V.A. incrementará su tasa. En ambos casos creará temor, ya que el empresario no tendrá el retorno esperado, generando alzas de precio para transferir el mayor costo a cada persona que compra su producto o servicio; y en la vereda del frente está el consumidor que no le alcanzará su sueldo para comprar lo que normalmente consume, se aprieta el bolsillo.
La teoría dice que al aumentar los impuestos lo único que se provoca es disminuir los ingresos fiscales. Este teorema se llama “curva de Laffer” que indica que hay un punto óptimo en el que los impuestos maximizarán los ingresos fiscales. Si los impuestos son demasiado bajos, el gobierno no recauda suficientes ingresos. Por otro lado, si los tipos impositivos son demasiado altos, pueden desincentivar la actividad económica y, en última instancia, reducir los ingresos fiscales, ya que las personas y las empresas pueden buscar formas de evitar los impuestos, reducir sus actividades económicas o incluso abandonar la economía formal.
Necesitamos estabilidad fiscal exenta de ideologías, reformas tributarias que sean fáciles de entender y aplicar, disminuir la “permisología” y seguridad, para avanzar en tener una base sólida que permita el crecimiento económico.