Ecoescuela Artística Itinerante continúa en escuelas de San Fernando

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El arte tiene el poder de transformar realidades, fomentar la autoestima, fortalecer la identidad y generar lazos comunitarios. Desde esta convicción, la Ecoescuela Artística Itinerante, impulsada por la Agrupación Kalfumalen, ha sido un faro de creatividad y aprendizaje para niños y niñas de la Región de O’Higgins. Su más reciente hito, la Escuela de Verano en la EcoAldea Pailimay, cerró con gran éxito en febrero, consolidándose como un espacio donde la educación artística se entrelaza con la naturaleza y la memoria cultural. Todo gracias a la Línea de Proyectos Socioculturales del programa de Puntos de Cultura Comunitaria del Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio.

Durante este verano, niños, niñas y adolescentes participaron en una diversidad de talleres diseñados no sólo para desarrollar habilidades técnicas en disciplinas como ilustración naturalista, muralismo y herbolaria, sino también para fomentar el pensamiento crítico, el trabajo colaborativo y la conexión con su entorno. En un mundo donde la inmediatez digital muchas veces reemplaza el contacto con los procesos creativos, esta iniciativa brindó a las infancias la posibilidad de crear con sus propias manos, observar con atención y aprender desde la experiencia compartida. Todos los conocimientos adquiridos por los niños y niñas, se aunaron en una muestra final de co creación, en el marco de la jornada de cierre de la escuelita.

"Ha sido un proceso intenso pero muy enriquecedor. Los niños y niñas han sido respetuosos con sus propios ritmos de aprendizaje y, desde sus propias herramientas, lograron comprender el significado de la ilustración naturalista. Agradezco a Kalfumalen por siempre considerarme y por brindarme la oportunidad de conectar el arte y la ciencia a través de la divulgación." recalcó Deborah Muñoz, encargada del taller de ilustración botánica.

De la montaña a las aulas: un nuevo ciclo de la Ecoescuela Artística

El éxito de la Escuela de Verano marca el inicio de una nueva fase: a partir de marzo, la Ecoescuela Artística Itinerante se expandirá a las escuelas Sergio Verdugo Herrera (Puente Negro) y Olegario Lazo Baeza (Tres Montes, San Fernando), llevando el arte directamente a los espacios educativos formales. Estas intervenciones no son meros talleres, sino procesos de co-creación donde los estudiantes participan activamente en la construcción de sus proyectos artísticos. En la Escuela Sergio Verdugo Herrera, el proyecto estará a cargo de Rodrigo Núñez Contreras, artista educador y cultor tradicional. En la Escuela Olegario Lazo Baeza, el proyecto será liderado por Paulina Reyes, artista educadora. Todo este proceso de gestión es guiado y asesorado por Mariel Labra.

La propuesta se basa en tres etapas fundamentales: Diagnóstico participativo, donde los niños y niñas identifican temáticas de interés y dialogan sobre sus propias experiencias. Creación colectiva, con la guía de artistas educadores que facilitan el desarrollo de expresiones plásticas, visuales y sonoras. Muestra final, un espacio abierto a la comunidad donde las obras creadas se comparten con familias, docentes y vecinos, fortaleciendo el sentido de pertenencia.

El arte en la educación no es un complemento, sino un derecho. En territorios afectados por desastres naturales, como los sectores de San Fernando donde se llevará a cabo este proyecto, la expresión artística se convierte en un acto de resistencia y sanación. Los niños y niñas no solo encuentran en el arte un canal para manifestar sus emociones, sino también una herramienta para reconstruir sus historias y su relación con el entorno.

El arte como puente entre generaciones y comunidades

Uno de los valores esenciales de la Ecoescuela Artística Itinerante es su capacidad de tender puentes entre distintas generaciones. En sus talleres, las prácticas artísticas no solo se enfocan en la creatividad individual, sino en el reconocimiento del conocimiento tradicional y comunitario. Así, en experiencias como el taller de canto a lo poeta y herbolaria, los niños no solo aprendieron técnicas nuevas, sino que se acercaron a saberes ancestrales transmitidos por cultores y artistas con un profundo arraigo en el territorio.

Este enfoque cobra aún más sentido en la educación formal, donde la enseñanza artística muchas veces queda relegada a un segundo plano. Iniciativas como la Ecoescuela Artística Itinerante demuestran que el arte no es solo un espacio lúdico, sino una vía para repensar el aprendizaje desde lo sensorial, lo emocional y lo comunitario.

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